Todos conocemos la importancia de una buena hidratación para nuestra salud. Sin embargo, la deshidratación afecta a numerosas personas de todas las edades en distintos niveles de gravedad. ¿Cuáles son las consecuencias de la deshidratación? ¿Cómo podemos rehidratarnos rápidamente?
Todos sabemos que hidratarnos adecuadamente es algo esencial para nuestra salud. Numerosos estudios prueban que la deshidratación, incluso leve, puede tener unas consecuencias graves sobre nuestras capacidades físicas y emocionales. Así un déficit leve del 1% del peso corporal puede afectar gravemente el buen funcionamiento de nuestros órganos, a nuestras funciones cognitivas y a nuestro humor.
Por tanto, es sorprendente constatar que, en España, como en el mundo entero, la mayoría de individuos padezcan deshidratación a lo largo de sus vidas en distintos niveles de gravedad. Y si las consecuencias de la deshidratación pueden afectar en mayor o menor grado a nuestra salud, y nuestras funciones cognitivas, la deshidratación puede convertirse en una verdadera amenaza para las personas mayores.
Ante esta inquietante situación, se plantean dos cuestiones. En primer lugar, ¿por qué hay tantas personas que no beben agua suficiente? Los distintos estudios realizados sobre este tema muestran que existen razones naturales y perfectamente válidas para este fenómeno. Por otro lado, y ésta es probablemente la cuestión más importante, ¿cómo podemos luchar contra esta situación y fomentar una hidratación adecuada en nuestro entorno? Este artículo informa sobre los estudios realizados y ofrece respuestas prácticas para superar el estado de deshidratación y fomentar un consumo de agua regular y sano en nuestro entorno.
El Ministerio de Sanidad recomienda beber entre 1,5 l. y 2 l. de agua diarios. El Instituto Europeo de la Hidratación recomienda una ingesta diaria de 2,5 l. de agua para hombres y 2 l. para mujeres (teniendo en cuenta el agua presente en los alimentos). Sin embargo, un 84% de los españoles no se hidratan adecuadamente.
Una de las causas principales de la deshidratación es que el cuerpo se deshidrata mucho más rápido de lo que uno tiende a pensar o a sentir. Un déficit del 2% del peso corporal en agua causa las primeras sensaciones de sed, el estado inicial de deshidratación, y aumenta la probabilidad de experimentar muchos otros síntomas asociados a la deshidratación.
Una pérdida del 2% del peso corporal en agua es suficiente para empezar a sentir sed, el estado inicial de la deshidratación
Los síntomas de la deshidratación cambian en función de la edad. Disminuyen cuando se empieza a consumir más cantidad de agua. El agua es además, la mejor bebida para paliar la deshidratación: rica en sales minerales y oligoelementos (incluso el agua del grifo) , y no es ni diurética, ni calórica, al revés que el té, la leche o los zumos de frutas que constituyen buenas alternativas para mantenerse bien hidratado, pero deben consumirse con moderación para evitar un aporte importante de cafeína, proteínas o azúcar. El alcohol debe prohibirse y eso de que la cerveza quita la sed en pleno verano es sólo un mito.
En España tenemos disponibles los medios para hidratarnos de manera regular y gratuita, por ejemplo bebiendo agua del grifo. Sin embargo, la deshidratación afecta a individuos de todas las edades, especialmente a los niños. Este hecho inquieta considerablemente a los profesionales de la salud. Padres o profesores, formularos esta pregunta: ¿vuestros niños están suficientemente hidratados?
La deshidratación en niños tiene consecuencias evidentes sobre su salud, similares a las que sufren los adultos, pero también puede tener impacto en su rendimiento escolar. De hecho, según un estudio del Natural Hydration Council (Consejo Nacional de la Hidratación) en Londres, los niños bien hidratados pueden obtener mejores resultados que los niños deshidratados, ya que su atención visual y su destreza se mejoran. Las facultades de aprendizaje, de atención y de memorización pueden verse afectadas también por un estado de deshidratación.
A pesar de esto, un estudio ha revelado que el 87% de los niños entre 3 y 17 años en España no cumplen con las recomendaciones de las autoridades sobre ingesta de agua diaria.
El hecho que el número de niños que no beben suficiente agua sea tan numeroso se debe principalmente a que sus mecanismos de sed y de regulación térmica aún no están completamente desarrollados. Además, cuando sienten sed, no relacionan necesariamente la sensación de sed con la necesidad de hidratación. Demasiado ocupados en jugar, por ejemplo, pueden pasar todo un día sin hidratarse, si un adulto no interviene para recordarles que deben beber. El papel de los adultos, es por tanto, primordial. Ellos deben no sólo educar a los niños sobre la importancia de hidratarse correctamente, sino también de fomentar que beban lo más a menudo posible, en las comidas y durante el recreo. Para animar a los niños a hidratarse, siempre resulta positivo poner agua a su disposición, colocando una botella sobre la mesa o dentro de su mochila, por ejemplo.
El mecanismo de la sed y la regulación térmica no están completamente desarrollados
Parece evidente que animar a los niños a beber e hidratarse forma parte de nuestras responsabilidades como adultos, tanto por su salud como para garantizarles las mejores oportunidades en la escuela. Los padres y los profesores también deberían educar a los niños sobre la importancia de hidratarse adecuadamente para que beber un vaso de agua o comer una fruta se conviertan en gestos automáticos en el transcurso del día. Una lección de vida que les servirá hasta la edad adulta, ya que los adultos también padecen deshidratación.
Más del 75 % de los españoles no cumplen las recomendaciones sobre hidratación. Y lo más preocupante es que no saben realmente qué cantidad de agua deberían beber para conseguir un nivel de hidratación óptimo. No siendo conscientes de su deshidratación, ponen en peligro su salud y no aprovechan las ventajas de la misma.
Beber agua regularmente permite un mejor funcionamiento de nuestro sistema de termorregulación, que es esencial durante los fuertes calores veraniegos. De hecho, cuando hace calor, la deshidratación favorece la aparición de golpes de calor, que se traducen en dolores de cabeza, náuseas o incluso fiebre en los casos más graves.
Además la Michigan Medical School de los Estados Unidos ha demostrado que existe una relación entre la deshidratación y un índice de masa corporal más elevado. Según este estudio, las personas que ingieren una cantidad de agua diaria insuficiente ¡tienen un 50% más de probabilidades de ser obesos! Sin poder establecer una relación directa entre causa y efecto, los investigadores se cuestionan sobre este hecho. Es posible que las personas que beben más agua sigan un régimen alimentario más sano y equilibrado. Además, el agua tiene un impacto directo sobre la sensación de hambre. Ingiriendo agua de manera regular es posible controlar la cantidad de alimento que absorbemos y por tanto el peso.
Una persona levemente deshidratada tiene el doble de probabilidades de cometer errores.
Uno de los estudios más sorprendentes sobre las consecuencias de la deshidratación en los adultos lo ha realizado la Universidad de Loughborough, en Inglaterra. Éste muestra que hasta una ligera deshidratación duplica el riesgo de cometer errores. Para llegar a esta conclusión, los sujetos del estudio utilizaron un simulador de conducción. Cuando los sujetos entraron en una fase de deshidratación leve fueron más propensos a realizar errores de conducción, lo que sugiere que la deshidratación presenta los mismos peligros que el alcohol al volante.
A pesar de las consecuencias de la deshidratación sobre la salud y las funciones cognitivas, muchos adultos todavía no beben suficiente agua a diario. Se trata de un hecho sorprendente, ya que esta observación afecta en primer lugar a los países desarrollados donde el acceso al agua potable está más extendido y es más fácil que en el resto del mundo.
A continuación facilitamos algunos consejos para hidratarse adecuadamente a lo largo de la jornada. El más importante es pensar en beber antes de tener sed, ya que la sed ¡ya es un síntoma de deshidratación!
Introduciendo una buena hidratación en la rutina cotidiana, tendremos más oportunidades de mantener este hábito a medida que envejecemos, lo cual es muy importante, ya que la deshidratación en personas mayores puede tener consecuencias desastrosas.
La hidratación en la tercera edad puede resultar frecuentemente una cuestión de supervivencia.
A medida que se envejece la hidratación se convierte en un verdadero reto. Esto es debido en parte a los cambios fisiológicos a los que están sujetos las personas mayores.
Las personas mayores son tan vulnerables a la deshidratación como los bebés a causa de los cambios fisiológicos a los que se someten.
La deshidratación en la tercera edad, como en los niños y en adultos, afecta a las funciones cognitivas, pero lo más preocupante es que parece estar relacionada con otras patologías más graves, como la pérdida de equilibrio o la fiebre. Y aún más alarmante es que la deshidratación en las personas mayores puede entrañar una hospitalización urgente o incluso la muerte.
La deshidratación aumenta los riesgos de mortalidad en las personas mayores.
Es esencial acordarse de que las personas mayores perciben menos necesidad de beber, y en consecuencia, tampoco sienten la necesidad de hidratarse, incluso en períodos de mucho calor. Por eso mismo, su entorno juega un papel clave estimulándolos a hidratarse. Por lo tanto, la familia, amigos y personal asistencial o sanitario deben redoblar sus esfuerzos para animar a las personas mayores a beber y ser capaces de reconocer los primeros signos de deshidratación antes de que empeoren.
A medida que envejecemos, la hidratación se convierte en sinónimo de supervivencia. Sin embargo, la deshidratación en la tercera edad sigue siendo un problema real. Es fundamental preguntarse: “¿cuál es nuestra parte de responsabilidad?”
A pesar de los recordatorios frecuentes de las autoridades sobre las consecuencias de la deshidratación, aún existen muchas personas que no beben suficiente agua, lo que las deja en un estado de deshidratación crónico en diferentes niveles de gravedad. Varios estudios internacionales han demostrado que sufrimos deshidratación a lo largo de nuestra vida sin darnos cuenta de ello muchas veces. La deshidratación puede tener consecuencias graves sobre nuestras funciones físicas y cerebrales, ya sea en la escuela, conduciendo o disfrutando de la vejez. Aún es más preocupante constatar que aceptamos este hecho sin esforzarnos demasiado por cambiar la situación, cuando tenemos la suerte de tener acceso ilimitado al agua potable.
¡Vamos! ¡Es el momento para beber un buen vaso de agua!